«Todo empezó cuando me fui desanimando, yo no quería estudiar porque somos cuatro hermanos, dos de ellos están trabajando fuera de casa y ahora yo soy el mayor. Me puse a trabajar con mis padres, quienes trabajan de cuidar ranchos, ese fue el motivo de que dejé de estudiar y perdí la comunicación con el profe».
Muchos maestros tienen historias similares a la de Landy, un joven estudiante del Centro Escolar Playa Costa Azul, Sonsonate, quien (a sus 13 años) debía unirse al trabajo que realizan sus padres para llevar el sustento diario a casa, sumado al cierre de las escuelas por la pandemia, que llevó a directores y docentes a crear estrategias para el aprendizaje de sus estudiantes, y sumarlas a las propuestas presentadas por el Ministerio de Educación (MINED) para la Continuidad Educativa.
Este chico, alto y de complexión delgada, reconoce el apoyo que ha recibido por parte de la escuela, a pesar de que dejó de estudiar desde el inicio de la pandemia; y comenta: «El profesor siempre ha estado pendiente de mí y de todos los compañeros del grado; al principio del año pasado todo iba bien, pero con la pandemia no solo yo me sentía mal por no ir a la escuela, sino que también todos mis compañeros», reconoció.
Landy, como le gusta que le llamen, recuerda que «a finales de octubre, yo me volví a reconciliar con el profe, sentí el ánimo de poder estudiar, me puse en contacto con él, le dije que me hiciera el favor de venir a dejarme las guías porque no tenía datos. Él siempre estuvo pendiente de mí», y, así, el joven no se quedó atrás.
A Landy no solo le sobresalen sus pestañas cuando sonríe, sino que también emana felicidad cuando ve a su maestro llegar a casa para entregarle las guías. Y es el profesor Erlin Onely Sorto Melgar, docente de la asignatura de Matemática, en el C.E. Playa Costa Azul, quien sale (bajo el candente sol) en su moto rumbo a casa de Landy y de otros estudiantes que necesitan continuar sus estudios.
«La educación que estamos impartiendo ha sido cambiante por la pandemia; la idea es adecuarla a las necesidades de los estudiantes, ya que todos tienen necesidades, capacidades y competencias diferentes, pero (al no estar en una salón de clases) debemos enfocarnos en cada uno de ellos, tomando en cuenta la familia y las condiciones en las que los estudiantes viven», comenta el profesor Sorto, quien, con casi tres décadas de vida, muestra entusiasmo e interés por sus estudiantes que provienen de caseríos de la playa Costa Azul y Monzón .
«El 99 por ciento de nuestros estudiantes no tienen conexión a internet residencial, todo es por datos móviles; entonces, con el uso de las plataformas (Google Classroom, Zoom, etc) se les acaban rápido sus datos. Entonces, se ha tomado la estrategia de trabajar a través de WhatsApp. Se les envían videos que elaboro todos los días, de cada materia, y resolviendo ejercicios en la pizarra; también les imprimo guías porque no todos los niños de nuestro centro escolar cuentan con teléfono, o no todos los padres tienen las condiciones para estar metiendo los datos móviles», asegura Sorto.
En la misma sintonía, Adriana Rodriguez, directora del centro escolar, explica que «con la pandemia, hemos tenido que crear estrategias pedagógicas para poder atender a nuestros estudiantes, ya que estamos en una zona rural. Hemos usado la plataforma de WhatsApp, hacemos visitas domiciliares a aquellos estudiantes que tienen problemas de aprendizaje o que no pueden usar dicha plataforma; hacemos llamadas telefónicas y estamos presentes en el centro escolar (por grupos de docentes) para dar atención a los padres de familia cuando ellos tienen una duda o no han comprendido una guía».
Así también, la directora mencionó que «con las clases televisivas los niños refuerzan las guías, por lo que en los grupos de WhatsApp se les han enviado los horarios de atención radial», y recordó cuando fue la inauguración del año escolar como centro educativo: «Estuvieron presentes a través de la virtualidad padres y estudiantes, creo que esa parte los ha motivado a ellos a continuar con la educación, a pesar de la pobreza, porque no hay mucho acceso a la tecnología», sostuvo.
Ante ello, Adriana felicitó a los padres y madres de familia de los 273 estudiantes que están matriculados en el centro escolar, ya que «se han vuelto un equipo con nosotros los docentes, ya que estamos luchando por un mismo fin, de llevar educación a nuestros hogares». Y, a la vez, los animó, diciéndoles: «No nos rindamos y sigamos adelante, porque el país somos cada uno de nosotros».
Y a esa frase es a la que el profesor Sorto le da vida, cada vez que graba una de sus clases o recibe el sol y el polvo al buscar a sus estudiantes en casa. De ahí que comenta que se sintió mal un día cuando un padre le dijo: «Profe, la niña ya no va a seguir estudiando porque yo voy a punchar; y, ahora, con la pandemia la gente no me compra punches. Yo no tengo para comer mucho, menos para meterle saldo al teléfono. Ahí empecé a cambiar el chip para tratar de buscar siempre las mejores ideas de llegarle a esos niños que no pueden, porque nosotros los profesores estamos trabajando con el futuro de los niños. SI yo abandono a un niño, probablemente eso le va a cambiar su vida».
Esa empatía hace que Landy, el chico de pestañas largas, y la comunidad sienta un gran aprecio por el profesor Sorto, por la directora Adriana y por cada uno de los docentes del C.E. Playa Costa Azul; a lo que el docente dijo: «Eso es lo que nos motiva, cuando estamos a las 10 de la noche planificando las clases del día siguiente, pensar en esos niños, que si yo no hago eso y no me esfuerzo, tal vez su futuro va a ser diferente».
Finalmente, Landy afirmó: «Soy cuidador de ranchos, cualquier cosa que se arruine debo estar pendiente; pero, si Dios me permite, voy a seguir estudiando con mucho esfuerzo y la ayuda del profe, porque él siempre ha estado pendiente de mis estudios, siempre positivo, dándome ánimos, así que todos los jóvenes debemos seguir estudiando, no dejen sus sueños, enfóquense en sus sueños», puntualizó el chico, con el mismo entusiasmo que despidió a su maestro con un saludo de codo a codo.