Un día de marzo, como parte de su agenda de trabajo, el ministro de Educación Interino, Mauricio Pineda, visitó el Instituto Nacional de Yamabal (en Morazán) para reunirse con el director Edwing Hernández y conocer algunas de las necesidades urgentes del centro de estudios, que alberga a más de cien estudiantes de Bachillerato General y Bachillerato Técnico Vocacional opción Contador.
Entre esos chicos estaba Sindy Karina, una joven de tez morena, quien, a sus 18 años, y pese a las diversas dificultades que ha enfrentado en su vida, decidió matricularse en el primer año de Bachillerato Contador.
Hay personas que nacen sin brazos o sin piernas, otros pierden alguno de sus miembros por un accidente de tránsito o laboral, por una herida de guerra y, a veces, por una cirugía, ya que se utiliza la amputación para controlar alguna enfermedad, como una gangrena o un tumor maligno, como le sucedió a Sindy Karina.
Ella nació el 26 de marzo de 2004, en Sensembra, uno de los 26 municipios del norteño departamento de Morazán; pero, a sus 12 años, fue diagnosticada con un tumor osteosarcoma (el tipo más común de cáncer que se origina en los huesos), cuando sus células se tornaron anormales y crecieron descontroladamente, algo que ocurre en la mayoría de casos en niños y adolescentes. Todo esto la llevó a iniciar un proceso de tratamiento y recuperación por más de un año en el Hospital de Niños Benjamín Bloom, en San Salvador, donde fue sometida a tres operaciones que llevaron a amputarle totalmente su pierna derecha y a recibir quimioterapias, pasando luego a controles médicos cada seis meses.
Sea cual sea la causa, todas las personas que sufren la falta de alguna extremidad tienen problemas en común, desde los altos precios de las prótesis, como las faltas de ayuda y las barreras arquitectónicas, entre otros.
Para Sindy Karina no ha sido diferente, pero el ministro Pineda está convencido de que el trabajo articulado entre las instituciones de Gobierno provoca una mejor respuesta a la población salvadoreña necesitada; de tal manera que, inmediatamente después de realizar la vista al I.N. de Yamabal, el funcionario solicitó a las autoridades del Instituto Salvadoreño de Rehabilitación Integral (ISRI) fabricar una prótesis para sustituir la pierna dañada de la joven (quien recién cumplió 18 años).
“Me siento feliz de haber conocido al ministro de Educación y agradecida por el apoyo que dijo que me iba a brindar, pues lo está cumpliendo, porque dijo que me iban a apoyar con la prótesis y ya me vinieron a hacer las medidas. Yo quiero sacar una carrera y, si me brindan el apoyo, será más fácil para mí”, afirmó con mucho entusiasmo, mientras el fisiatra Jorge Ávalos, Director del Centro de Rehabilitación Integral de Oriente (CRIOR) y una técnico en fabricación de prótesis tomaban medidas para la creación de su nueva extremidad, la cual estará lista dentro de tres meses.
Mientras tanto, Sindy Karina sigue sus estudios y ha cambiado de residencia, pues a pesar de que vivía con una tía en el cantón El Rodeo, en Sensembra, Morazán, tenía muchos gastos para trasladarse diariamente al Instituto Nacional de Yamabal, donde ha podido continuar su Educación Media, pero gracias al apoyo de la familia Reyes Flores (una joven pareja con tres hijos: uno de once años, otro chico de seis y el más pequeño de 3 meses), Sindy Karina cuenta con un hogar que le brinda cariño, alimentación y vivienda.
«Me siento muy bien por esta oportunidad que me están dando y, además, me gusta el Instituto donde estudio, tengo buena comunicación con mis compañeros y maestros, que también me apoyan bastante», comentó la joven, mientras sostenía en sus manos un celular que ahora tiene datos, gracias al mismo apoyo que le brinda su nueva familia.
Por su parte, el director del Instituto, Edwing Hernández, se mostró sorprendido por la rapidez de las promesas cumplidas: «Hasta ahora, se ha visto que el ministro cumplió con lo que le dijo a Sindy, apoyándola para que llegaran los doctores a su casa e iniciar la prótesis que le ayudará no solo físicamente, sino emocionalmente, haciéndola una niña más segura; la respuesta ha sido inmediata para ella, pero también para el Instituto, ya que el muro que estaba por caer encima de las aulas fue demolido inmediatamente y estamos a la espera de su reconstrucción (…) la presencia del ministro vino a llenar muchas expectativas».
Hernández aseguró que Sindy «es una alumna muy querida por todos los maestros y con la intervención que ha tenido, y el apoyo de todos nosotros, se integrará de manera efectiva. Ella es espontánea, tiene sus habilidades en algunas asignaturas, sus aprendizajes han sido bastante buenos y se nota que se siente incluida».
Sindy Karina no es muy expresiva; pero en poco tiempo, ha hecho bastantes buenas amigas, ha avanzado en sus estudios y no piensa detenerse: «Sigan adelante, para tener un buen futuro hay que esforzarse, no se detengan por nada, todo se puede con ayuda de Dios y de personas como el ministro y mis maestros que siempre están dispuestos a ayudar a los estudiantes».