«El Ministerio de Educación informa a la población en general que debido a la cuarentena nacional ante pandemia por COVID-19, anunciada esta tarde por el Presidente de la República, Nayib Bukele, se suspenden las clases y toda actividad educativa a partir de este momento, por un período de 21 días». Así iniciaba el comunicado, emitido el pasado 11 de marzo del presente año, en el que se ordenaba el cierre de las escuelas, colegios y universidades, y se exhortaba a poner en marcha el “Plan de Continuidad Educativa”.
Nadie imaginaba que el año escolar sería culminado con las aulas cerradas, mucho menos trabajando de forma virtual, luego de que el MINED buscara alternativas para que los estudiantes recibieran sus clases a través de guías u otras formas de comunicación, como WhatsApp y Messenger, entre otras redes sociales.
Según revela un estudio sobre conectividad rural en América Latina y el Caribe, elaborado por Microsoft, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), El Salvador es el segundo país de América Latina y el Caribe con más rezago en conectividad a internet, con una cobertura del 45 % de su población.
Ante esa realidad, el MINED reviste de importancia el derecho a la educación que tienen niños, niñas y jóvenes, fortaleciendo alternativas que garanticen la continuidad educativa a través de estrategias como la Educación Acelerada. Esta permite regresar a la educación formal a grados adecuados para su edad; es decir, se trata de un programa flexible y adecuado en función de la edad, ejecutado en un tiempo corto, con el objetivo de dar acceso a la educación a niños y jóvenes desfavorecidos, sin escolarizar o con sobreedad.
Tradicionalmente, el programa de Educación Acelerada se ha enfocado en niños y jóvenes que no han podido aprovechar oportunidades educativas y en aquellos que han visto su educación interrumpida debido a la pobreza, la marginación o las situaciones de conflicto y crisis. Ahora, se une la pandemia, provocando que muchos niños y jóvenes —por razones de conectividad u otros aspectos— no culminen su grado académico.
En 2017, Gloria Zamora matriculó a su hijo Abraham en el quinto grado del Centro Escolar Antonio Najarro, ubicado en Mejicanos, San Salvador. Pero, Abraham tenía 14 años y el resto de sus compañeros rondaban los 11 años: «Me sentía incómodo porque era mayor que los demás compañeros», aseguró el estudiante.
Su madre, de apariencia joven, reconoce que se dio cuenta del programa de Educación Acelerada por la directora de ese entonces, Elizabeth Pleites. «La actitud de él cambió porque antes se relacionaba con niños más pequeños, él era solo juegos y, estando en Aula Acelerada, Abraham fue más serio, le interesaban las clases», dijo Gloria, quien agradeció la labor de los maestros y el psicólogo, ya que «fueron excelentes porque le brindaron todas las facilidades para seguir adelante. Ahora, me siento feliz y orgullosa porque, a veces, uno cree que no se va a lograr, pero gracias a Dios ya salió de noveno grado».
Abraham fue uno de los estudiantes que cursó quinto y sexto grado en la modalidad Aula Acelerada. Actualmente, con 17 años y egresado de noveno grado, la directora Pleites recuerda que «Abraham estaba en quinto grado y la mamá decía: ‘Él ya está grande, yo quiero que avance’ (…) él era muy callado con los niños de su edad, se apartaba, no se sentía adaptado y, cuando estuvo con chicos de su edad, se le vio un gran cambio. Estaba realizado con los jóvenes de su edad».
Ivan M. también tuvo cambios en su vida estudiantil. Era otro chico con sobreedad, pues (a sus 13 años) estaba cursando el sexto grado e, inmediatamente, su madre aceptó inscribirlo en Aula Acelerada. «Me sentía más o menos; es decir, me desanimaba porque no me hablaban los demás compañeros», recordó Iván, quien al igual que su madre, Mercedes Morán, comenta que estaba entusiasmado y feliz.
«Iván y su hermano mayor estudiaron en Aula Acelerada y habían dejado de estudiar en la otra escuela, porque los pandilleros los obligaban a hacer cosas, y los tuve que sacar… Ahora veo alegre a Iván, le gusta estudiar a pesar de que trabaja», contó Mercedes, muy orgullosa porque su hijo terminó el noveno grado a pesar de la pandemia.
Para la directora Pleites, Educación Acelerada «es una gran oportunidad para los chicos; es una modalidad que les ayuda a poder avanzar de grado porque, muchas veces, los chicos no rinden en el grado que están porque no se sienten cómodos, les da mucha pena», sostuvo. A la vez, exhortó a las autoridades escolares a que «como directores, debemos abrir oportunidades, pensar en los chicos, tenemos que sensibilizarnos y debemos buscar esos espacios no solo con los que están en la escuela, sino con los que están en la calle».
Al igual que el Centro Escolar Antonio Najarro, el Centro Escolar Colonia Sensunapán, en el departamento de Sonsonate, cuenta con el programa de Educación Acelerada y con docentes preocupados no solo por cumplir uno de los derechos de los salvadoreños (el derecho a la educación), sino por ver una sonrisa en sus rostros, que los motive a continuar sus estudios.
Oscar Alberto Contreras —docente responsable del Aula de Educación Acelerada, durante los últimos cuatro años en el C. E. Colonia Sensunapán—, manifestó: «Hemos marcado la historia, hemos marcado la vida de los estudiantes que estaban en el olvido; niños de 14 años con un certificado de primer grado. Ahora, ha sido una bendición que el MINED haya tomado a bien implementar el Aula Acelerada dentro de nuestro centro escolar». Sus palabras las expresó en relación al proyecto sobre mejoramiento de infraestructura de aulas de Educación Acelerada de 30 escuelas a nivel nacional.
«Para el 2021, estamos abiertos a recibir a todo aquel estudiante de Sonsonate que se haya quedado atrasado», aseguró Contreras, consciente de que el proceso de enseñanza y aprendizaje de muchos niños y jóvenes no solo ha sido interrumpido por la pobreza, la marginación o las situaciones de conflicto, sino también por la actual crisis por la pandemia (a nivel mundial), pero que también puede aminorar sus efectos con el programa de Educación Básica Acelerada de Primero y Segundo Ciclo.